A unos 66 kilómetros de Madrid y a poca distancia de El Atazar y El Villar, se encuentra Robledillo de Jara, un diminuto pueblo que sin perder la tranquilidad rural tiene una interesante vitalidad. Allí, uno se siente inmerso en un pueblo de verdad.
El municipio, recorrido por una cadena montañosa, cuenta con valles estrechos que discurren varios arroyos, laderas soleadas que bajan hasta el río Lozoya y lomas suaves cubiertas de jaras.
A estas flores que alfombran de blanco los campos en primaver y a los robledales que antiguamente cubrían el territorio hace referencia su topónimo.
La iglesia de San Pedro, el Ayuntamiento y la Taberna Museo son los focos de interés de Robledillo de la Jara. El templo, de origen probable en el siglo XVI, fue reconstruido en 1893 y presenta un original juego de piedra y ladrillo en su fachada y espadaña. El Ayuntamiento, construido en 1991, integra sus líneas modernas con el resto del conjunto.
La Taberna Museo es una vivienda campesina de mediados del siglo XIX, muy bien rehabilitada, en la cual se exponen objetos relacionados con la vida y el trabajo de las gentes del pueblo aportados por los vecinos. Durante el recorrido se informa de las actividades tradicionales de la zona.
Además, en las calles del pueblo se pueden ver un antiguo potro de herrar (algo muy típico de los pueblos serranos madrileños) y, junto a él, un vetusto pozo, así como numerosos rincones llenos de flores y plantas.
Asimismo, recorren el municipio varias sendas para caminantes. Entre ellas, destaca la que une Robledillo y la Puebla de la Sierra, siguiendo en algunos tramos antiguas vías pecuarias.
Por último, en Robledilo de la Jara, el primer domingo de mayo, se celebra la romería a la ermita de El Villar, de la que sólo se conservan las ruinas. En octubre, se festeja la Virgen del Rosario y en febrero El Carnaval.
Foto vía Robledillo de la Jara