Un caballito de mar fosilizado de Italia, gemas de Pakistán, trilobites de Marruecos y hasta un huevo de dinosaurio procedente de China son varios de los tesoros naturales hasta ahora escondidos en el Museo Geominero y rescatados en una exposición temporal que se puede ver en el número 23 de la calle Ríos Rosas.
Más de 50.000 fósiles, un total de 14.000 rocas y minerales, así como numerosas muestras de micropaleontología, completan una muestra que ocupa varias plantas del museo, cerradas habitualmente al público.
La tendencia de casi todos los museos es pensar que hay demasiadas piezas y que es preferible exponer pocas para que resalten. Además, influye la falta de espacio.
No obstante, merced a donaciones y compras, esta gran base de datos de origen mineral sigue creciendo en los cajones de la institución, pues desde 1850 se están haciendo mapas geológicos y formándose colecciones.
Para construir esta exposición temporal “Detrás de las vitrinas: fondos del Museo Geominero”,que se puede visitar hasta el 24 de abril, no se ha seguido un hilo argumental, sino que se han elegido rocas, fósiles y minerales, como un reptil marino fosilizado que vivió hace más de 230 millones de años.
Cuarzo ahumado de Valdemanco (España), turmalinas de Afganistán, ópalos de Oregón (EEUU) o una geoda de celestina de Madagascar completan esta exposición que reúne pedazos de varios lugares del planeta.
Para lograr el fragmento de Halita, un cloruro de sodio hallado en Murcia, hubo que jugarse la vida en barrancos de tres o cuatro metros con picos de roca hacia arriba. No obstante, posiblemente al público le llamará más la atención el huevo de dinosaurio, cuyo embrión milenario nunca llegó a desarrollarse.
La exhibición de sus fondos más recónditos vienen a completar el esfuerzo didáctico y de difusión de este museo madrileño que organiza de forma periódica visitas guiadas, talleres y catálogos temáticos, y cuya actividad lo sitúa entre los más importantes de su campo en España.
Foto vía La Razón