A partir del 17 de octubre, el Museo Reina Sofía de Madrid albergará una interesante exposición dedicada a María Blanchard que reivindica la trayectoria artística y personal de esta pintora, que formó parte de las vanguardias de la primera mitad del siglo XX.
Blanchard perteneció a una generación de artistas cuyo reconocimiento nunca fue parejo con el suyo. Ha sido y continúa siendo hoy en día, 80 años más tarde de su muerte, la gran desconocida del grupo de artistas que consolidaron la renovación artística de inicios del siglo pasado.
Una serie de hechos ajenos a su devenir artístico provocaron que su obra permaneciese en un segundo plano respecto a sus coetáneos y amigos de la vanguardia, a los que sin duda igualó y en algunos casos incluso superó.
Esta exposición abarca completamente la trayectoria artística de Blanchard a través de 74 obras, la mayor parte de ellas pinturas, con las que se pretende reivindicar el trabajo y la entrega total al mundo del arte de esta artista santanderina, cuya obra establece reveladoras conexiones con su complicada existencia, además de reivindicar a la creadora como figura coetánea y decisiva entre otras grandes figuras del arte a cuya sombra había quedado para la historiografía del arte.
La exposición se divide en tres etapas vitales de su cronología. Entre 1908 y 1913 tiene lguar la maduración de una identidad pictórica propia donde se ve la permeabilidad a las influencias de sus maestros. Se trata de la época de las obras tempranas, los estudios en París y sus primeros contactos con pintores como Diego Rivera. Desde 1913 y hasta 1919, Blanchard, de regreso en París, Banchard entra definitivamente en el círculo cubista de la mano de Rivera.
Finalmente, la última etapa abarca hasta su fallecimiento en 1932. En ella se contempla a una artista progresivamente aislada, marcada por sus dolencias físicas y volcada en una pintura que es expresión de sus propias vivencias, y que demuestra notables acentos espirituales después de 1927.
Foto vía Encuentros con el arte